sábado, 22 de diciembre de 2012

Te fuiste... y te extraño

Y dime, ¿Cómo te sentirás ahora? Crees que tienes todo a tus pies, pero no te das cuenta de que aun así as mujeres no te desean en lo más mínimo. También ellas quieren sentirse apapachadas por una persona, pero no por quien no las ama.
Llegará el día en que encuentres a la que tú crees que será el amor de tu vida... Pero 1 de 2:
O en verdad lo es, o sólo lo parece.
Y cuando te des cuenta de que lo es, habrás sabido que estuvo ahí todo el tiempo y que hubieras deseado que se hubieran conocido mucho tiempo atrás.
Pero cuando veas que esa persona sólo parece ser, te habrás dado cuenta de que la que en verdad lo era se ha ido con otro más o habrá muerto. Y será demasiado tarde.
Continuarás tu vida con hijos que no deseabas, y terminarás escribiendo tus deseos no cumplidos. Intentarás buscar a esa persona que estuviste ignorando tiempo atrás y tal vez, sólo tal vez, halla muerto o esté jugando con sus hijos en el jardín.
Te sentirás triste porque no tienes a nadie a tu lado. Tus hermanos se han ido a otro país, tus padres han muerto, y tus hijos... En verdad no los quieres.
Ni el mejor trabajo del mundo, ni las más hermosas palabras harán regresar a esa mujer... Aquella que ayer partió con una lágrima en los ojos. Ya no sonará su teléfono, ni contestará los mails. Querrás ir a su casa, y al estar frente a la puerta pasarán las personas preguntando el por qué de tu presencia. Les darás la razón y una mueca se formarán en esos rostros desconocidos. Ella ha muerto y los únicos recuerdos de ella son sus ultimas palabras, un libro y muchas cartas para quien esperó por mucho tiempo. 

jueves, 13 de diciembre de 2012

SALLY

Hola, Sally:
No sé lo que pasaría hace un año pero, a estas alturas, incluso un tío duro de mollera como yo se ha dado cuenta DE QUE NO QUIERES SABER NADA DE MI. Es tu derecho y tu privilegio decidir con quien deseas relacionarte y no pienso darte la tabarra. Simplemente me gustaría decirte que sigo considerándote mi amiga, que echo de menos tu compañía y que me encantaría, si te apetece, tomarme un café contigo.
No sé en qué líos andas metida, pero el altercado de Lundagatan me pareció preocupante. Si necesitas ayuda, puedes llamarme a la hora que sea. Tengo, evidentemente, una gran deuda contigo.
También tengo tu bolso. Si quieres que te lo devuelva llámame. Si no deseas verme, dame una dirección a la que te lo pueda mandar. Ya que has dejado tan claro que no te apetece verme, NO TE BUSCARÉ.

Mikael

sábado, 8 de diciembre de 2012

Triste despedida

Resultaba inesperado que alguien como tú llegara a visitar mi casa. Aun seguía dormida en la cama, imaginando los cadáveres que describían en el periódico de esa mañana. Mi café quemó mi lengua. No bebí más.
Resultaba desgastante tener que levantarme para abrir a a puerta. Porque sabía perfectamente que eras tú. Y yo, no te quería ver. Levanté mi chaqueta del sofá y me abrigué con ella, tomé el café y abrí.
Tu cara, de inmensa suavidad, contenía todas las palabras no mencionadas y tu mirada, recorría el largo de mis pisos. Querías llorar, y seguías de pie como esperando una palabra de mí. Me quedé callada, no quise decirte todo lo que sentía después de tanto tiempo de abandono. Me abstuve de conversar.
Te hice pasar, a tomar café y a leer, casi obligadamente, el periódico donde se observaban las imágenes de esas personas ya muertas. Lo ignoraste. Tomaste poco a poco el café que te ofrecí, y conseguiste hablar. No te escuchaba. Y a final de cuentas terminaste llorando y suplicando perdón. Me acerqué a tí y te juzgué con la mirada, me esquivaste, y tomé tu barbilla, insistí en que miraras mis ojos... y te besé... Como nunca antes llegué a hacerlo, lo hice. Tu mirada atónita. No lo creías, pero así fue.



domingo, 28 de octubre de 2012

A ti


Por favor quita el listón de tu nuca
y deja caer esa máscara de plata,
déjame ver el trasfondo de tus ojos.
Por favor quita la tela de mis ojos
escucha a este falso ilusionista.

Demuéstrame que  la verdad aun existe.
Tal vez... Ahora que el tiempo se ha acabado, 
que yo me he retirado, sea capaz de conocerte de verdad.
Si no es así, por favor no vuelvas más.

Niega que has olvidado quien soy 
Canta y baila como lo hacías en tu infancia.
Encántame como lo hacías cuando niños.
Reactiva la mente antes de la muerte.

Vamos pequeña princesa de cuento real,
habla con la verdad y mátame antes de que sea una mentira.
Enséñame que esto no fue solo una elaborada trama,
enséñame quien sos vos....
Te lo dice quien en el fondo tal vez te dejo amar...

lunes, 22 de octubre de 2012

1



Ella se detuvo al oírlo decir eso y volvió a caminar de vuelta los pocos pasos que había dado.
Lo encontró con la mirada que apuntaba a sus pupilas, caminó hasta estar muy cerca de él
y lo miró tan de cerca, tanto que las pupilas de ambos se agrandaron tanto que parecían desaparecer
y entonces eran los dos, la calle desierta, una lluvia que recién empezaba a nacer y el sonido del viento.

—¿Qué? —preguntó ella al no creer lo que había oído.
—Que te amo —le dijo.

Ella rodeó el cuello de él con sus brazos.

—¿Enserio? —preguntó.

Él no dijo nada, sólo puso una sonrisa en el rostro, la miró fijamente y ascendió con la cabeza.

—Yo también te amo —le dijo.

Él la tomó de la cintura, la besó y en ese instante la lluvia empezó a hacer un baile violento
contra la tierra. Pero a ellos poco les importó. A pesar de todo siguieron besándose.
Luego de separarse él la tomó de la mano y ambos empezaron a caminar, juntos,
como lo habían deseado ya desde hace algún tiempo atrás. Sí, aquellos sueños de luna llena
por fin se hacían realidad. Y no decían nada, no tenían mucho que decir en verdad. Caminaban,
agarrados de la mano, sin rumbo, sin importar que lloviznaba como nunca antes había lloviznado.
Él empezó a dar unos pasos como si bailara y ella empezó a reír.

—¿Qué haces? —preguntó con una sonrisa.
—Nada, soy feliz —le dijo.

Él camino unos pasos delante de ella y le extendió la mano.

—¿Bailamos? —le preguntó.
—Estás loco —dijo ella riendo y con un rubor en las mejillas (tan delicado como eran sus rubores).

Él la jaló del brazo y la tomó de la cintura. Ella lo miró a los ojos apenada y
rodeó su cuello con los brazos. Llovía y ellos empezaron a bailar al compás de las
gotas que empezaban a caer un poco más lento esta vez. Y ahí se encontraban, mirándose,
muy de cerca, bailando, amándose y dejando que el tiempo pase, que la vida pase,
que todo pase menos su amor. Luego de unos minutos de besos y bailes de lluvia
volvieron a su posición inicial y volvieron a caminar agarrados de la mano.

—Sabes —le dijo—. Eres la perfecta, eres mi tipo de mujer.
—¿Por qué lo dices? —preguntó ella emocionada.
—Porque nada ni nadie se compara a ti —le dijo.

Ella lo miró con una sonrisa (una de esas sonrisas sinceras que él amaba de ella),
se acercó a él, le tocó la cara con las manos y lo besó y aquel beso fue el beso más tierno
que él haya recibido en su vida. Los labios de ella eran tan suaves, tan difíciles de explicar
y tan inolvidables... Oh, sus besos... Si existe una idea del paraíso estoy seguro que la mejor
explicación está en los labios de ella. Y entonces hubieron más besos y más caminos y
la vida cambió de rumbo desde entonces y ya nada fue igual. Ya nada será igual.
Y sus manos se volvieron a entrelazar y ambos sabían como era, sí, ambos ya antes habían
creído amar pero esta vez era diferente, ambos muy dentro de sí sabían que esta vez,
aquel cruce de miradas nunca iba a terminar.

DO